MI ESPEJO MILAGROSO



Hace unos años asistí como alumno a un taller sobre oratoria. Una de las sesiones estuvo dedicada al lenguaje no verbal; a lo que el profesor –una persona con acreditada fama de éxito como vendedor- anunciaba como “aquello que puede hacer que te escuchen, o que te rechacen”. Toda la jornada estuvimos aprendiendo a encontrar el sitio adecuado, la postura adecuada, las posiciones de cabeza, cuerpo y extremidades adecuados, la vestimenta, y hasta las perfecciones o imperfecciones en las expresiones faciales y los juegos de manos. No voy a criticar nada de lo que allí se me ofreció como aprendizaje. Sinceramente creo que todo fue correcto, y sin duda que son herramientas de éxito.
Pero a lo que me quiero referir es a “los deberes” que nos puso el profesor. Nos aconsejó que no dejáramos de practicar una y mil veces; y, para ello, nos dijo que el mejor método era ponernos delante del espejo y practicar  “hasta que comprobásemos que todo lo expuesto en el taller nos salía automáticamente”.
Pues bien, yo, un alumno aplicado, y en tiempos de preparación ya de los cursos que quería impartir en la Universidad, me puse manos a la obra, elegí un tema de mucho interés para mí, y me puse a desarrollarlo delante del espejo…..y ¡¡ay qué milagro!!, mi querido y adorado espejo (desde ese momento) me devolvió la imagen que más me ha hecho triunfar en mis cursos y, lo que es más importante, más me ha propiciado sentirme feliz con lo que hacía.
¿Y en qué consistió el milagro?; pues en algo tan sencillo como que practicando lo que me habían indicado debía hacer descubrí que eso no era precisamente lo que en realidad tenía que hacer  YO y para el fin que pretendía con el curso para el que me estaba preparando. Descubrí, en otras palabras, que no era YO el que iba a acabar poniéndose delante de los asistentes al curso; descubrí que aquella persona que veía en el espejo carecía del ALMA que impulsaba mis deseos y mis objetivos. Así que me olvidé de lo que había escuchado “debía” hacer, y me puse a hacer lo que “sentía que quería hacer”
Y por eso, hoy, puedo afirmar que fue un éxito tomar esa decisión, porque así lo recibí en más de una evaluación post cursos, cuando me decían, o escribían los participantes que lo mejor del curso, o lo que más habían valorado en mí, era el alma, la pasión el convencimiento que trasladaba cada día y desde el primero al último minuto.
Siempre que escribo algo, siempre que doy una charla, siempre que dirijo un taller, soy plenamente consciente que habrá sin duda muchos otros posibles profesionales que lo harán mucho más científicamente que yo. Pero yo me siento seguro, satisfecho y feliz de saber que mis palabras, mis ideas, mis sentimientos llegan al alma de muchos de los que me leen, me escuchan, o me acompañan en los ejercicios y en las experiencias de los talleres.
Y por eso estoy convencido que hay que saber parar, abandonar, y hasta olvidar cualquier actividad, cualquier situación que no nos esté proporcionando la felicidad suficiente….por haber perdido nuestra pasión por ella. Todo este Blog está dedicado a comprender y saber aceptar la continuidad infinita del  “principio y fin”.  El río de la Vida, nuestra vida como un río, no es un todo inamovible perpetuo sino todo lo contrario; una continua corriente de agua diferente en cada momento. Sólo si comprendemos y aceptamos que no dejamos de ser nosotros mismos por parar y abandonar, sino que, por el contrario, somos mucho más nosotros mismos cada vez que somos capaces de abandonar la piel de serpiente que se nos ha quedado pequeña y nos permitimos crecer en un nuevo reto fuera de nuestra anterior zona de confort, solo así, lograremos realmente el sentimiento de coherencia y libertad interna, llaves imprescindibles del sentimiento de felicidad o bienestar
En el cambio de 2014 a 2015 mi estatus vital se encontró ante un importante reto de elección de caminos diferentes. Durante todo 2015 me limité a finalizar uno de los caminos que había emprendido y que no deseaba abandonar sin llegar a la meta. Pero tenía que reencontrarme conmigo mismo, con la tranquila y segura felicidad de la pasión; de “mi pasión” en estos momentos; de mi motiv-acción.
Hace unas semanas estuve charlando con un psiquiatra y una psicóloga sobre los caminos o métodos iniciales que suelen usar para detectar y valorar el grado y naturaleza de un posible estado pasajero de tristeza y pereza o más bien una real depresión, y saqué la conclusión de que es el nivel de acción y de decisión el que realmente les da más indicaciones hacia un estado u otro. Por eso yo le sigo dando las gracias a mi querido espejo: por devolverme la imagen “de lo que no quería aparentar”, porque no era la imagen de mí mismo, de lo que quería ser, de cómo quería comportarme

De pequeño en casa tuvimos siempre gusanos de seda; yo creo que ellos son quienes me inculcaron la aceptación de la renuncia a una apariencia en pro de la continuidad de la esencia. Todo empieza y todo acaba. Y cada día podemos ser un ser nuevo, guiados hacia nuestras finalidades gracias a nuestros principios.
¿Por qué nos da tanto gusto, tanta satisfacción ver crecer una planta, un animalito, o a nuestros hijos y nietos? ¿Por qué admitimos tan fácilmente en ellos los cambios de juguetes, de gustos, y hasta de amigos y novios?; ¿Y por qué nos cuesta tanto a “los adultos” romper y cambiar con cualquier status y buscar nuestro nuevo lugar de bienestar? Cuando una relación, del orden que sea, se va alargando en el tiempo, parece que cada vez “nos ata” más, y muy frecuentemente llegamos a pensar que romperla será “culpa nuestra”  o “nos hará daño”. Todo es posible, hasta que sean verdad ambas ideas expresadas; pero también es cierto que sólo permitiéndonos un punto y aparte, un acabo y re-emprendo, sentiremos la satisfacción de la libertad de decisión, ya que sin ella irremediablemente nos sentiremos prisioneros de nosotros mismos, de nuestra indecisión, de nuestra falta de auto-control vital.
ASÍ QUE MIRÉMONOS AL ESPEJO Y DECIDAMOS SER QUIEN QUERAMOS SER


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